viernes, 22 de mayo de 2015

Reseña sobre el narcotráfico en Colombia

Por: Santiago Córdoba Henao

En un país como Colombia, donde se produce una gran parte del narcotráfico mundial, ha existido un sinnúmero de personajes que protagonizan esa problemática que hasta hoy sigue reflejando consecuencias como los miles de muertos, la cantidad de desplazamientos por parte de los grupos guerrilleros como las FARC y ELN  que tomaron gran poder en las zonas rurales de Colombia, al igual que los grupos paramilitares conocidos como AUC y demás grupos subversivos que se apropiaron de miles de hectáreas pertenecientes legalmente a los ganaderos de esas zonas.
Foto: vox-populi.com

Todos esos grupos al igual que los conocidos carteles utilizaron una herramienta muy efectiva para poder financiar sus gastos, expandir su gremio e influir en la sociedad del pueblo colombiano, su herramienta era el tráfico de marihuana a los Estados Unidos pero con los años los gringos pedían una sustancia de mayor satisfacción para su adicción, la cocaína; así, se creó en Colombia el negocio más próspero para quienes buscaban dinero fácil y los grupos al margen de la ley seguían creciendo con un poder capital y con un número de personas cada vez más creciente.



Foto: radiosantafe.com
No conformes con las ganancias que dejaba el narcotráfico, algunos grupos guerrilleros optaron por secuestrar gente que tenía riqueza en ganado, en cultivos y otros. Un secuestro muy recordado para esta historia y que además nos remonta al inicio del paramilitarismo se da por parte del M-19 con el secuestro de Marta Nieves Ochoa, hija de Fabio Ochoa quien era un caballista reconocido en Antioquia y hermana Jorge, Juan David y Fabio Ochoa, socios de Pablo Escobar en el tráfico de drogas; es en este momento cuando el Cartel de Medellín decide crear el MAS (Muerte a secuestradores), un grupo que aniquiló cientos de guerrilleros de ese grupo subversivo.

Mientras en las selvas de Colombia seguían creciendo los laboratorios de cocaína, las FARC negociaban un acuerdo con el gobierno del Presidente Belisario Betancur, quien llegó al mandato en 1982 y le dio la oportunidad al grupo guerrillero de crear su propio partido que fue denominado Unión Patriótica. Para la época, ya había tomado gran fuerza el grupo paramilitar ACCU (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá) con los hermanos Carlos, Fidel y Vicente Castaño a la cabeza y con su ideología de “hacer patria” exterminaron con cientos de simpatizantes de izquierda y con los líderes de la UP como concejales, alcaldes, gobernadores, hasta candidatos presidenciales como Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa.

Foto: minuto30.com
Es tan impactante la capacidad que tiene el tráfico de estupefacientes que permite conseguir el dinero suficiente para que los personajes con ganas de poder logren incursionar en política camuflados por sus discursos de obras sociales como lo logró hacer Pablo Escobar, quien con sus ayudas a los más necesitados de Medellín logró gran popularidad y simpatía por las personas que le permitieron con su voto llegar al Congreso de la República en 1982 como segundo en la lista del liberal Jairo Ortega por Antioquia. En este hecho que no compartían mucho sus socios del cartel de Medellín porque sería un episodio que iba a desenmascarar sus acciones tomó partido el Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla cuando acusaba con pruebas al congresista antioqueño de financiarse con narcotráfico y actividades ilícitas para lograr su popularidad y llegar a hacer parte del Poder Legislativo; esas acusaciones sentenciaron al ministro a su muerte el 30 de abril de 1984 en la ciudad de Bogotá.

Con ese hecho, los carteles de la drogan le declaraban la guerra al Estado y la persecución por parte de las autoridades crecía cada vez más con el fin de atrapar a los capos de la droga. Esa persecución fue la que llevó a la captura de Carlos Ledher Rivas el 4 de febrero de 1987 en una finca de Guarne- Antioquia, otro peso pesado del cartel de Medellín que también participó en política y aspiró ser gobernador de su departamento natal Quindío, manejando un discurso en contra de la extradición de nacionales a las cárceles de los Estados Unidos pero siendo la primer colombiano en ser extraditado al otro día de su captura, que además es cuestionada por la posible acusación de sus mismos socios para que este fuera detenido.

Foto: elspectador.com
Se conocieron alianzas entre las ACCU y los carteles de la droga que buscaban acabar con la izquierda colombiana y con secuestros atribuidos a los grupos de esa ideología. La guerra era evidente entre ACCU y FARC, ACCU y M-19, ACCU y EPL. Pero el punto de quiebre de las relaciones entre el grupo encabezado por los Hermanos Castaño y el Cartel de Medellín se genera cuando asesinan a los candidatos presidenciales Carlos Pizarro León Gómez del partido M-19 que ya había entregado sus armas en 1990 y el asesinato en un aeropuerto de Bernardo Jaramillo Ossa; en esos momentos, el cartel es acusado de las muertes ordenadas por Carlos Castaño Gil y se genera otra de las guerras más significantes que han tenido los grupos al margen de la ley en Colombia.

Con esa enemistad entre Cartel de Medellín y ACCU, el Gobierno Nacional aprovecha la influencia del grupo paramilitar en el país y militares que querían la cabeza del máximo jefe Pablo Escobar, crean una mesa del diablo para perseguirlo y atraparlo vivo o muerto y lo logran; con LOS PEPES (Perseguidos por Pablo Escobar), con la ayuda de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela de Cali, derriban la estructura del capo de Medellín y este es aniquilado en un techo de una casa en el Barrio Los Olivos de Medellín el 2 de diciembre de 1993.

Foto: lafm.com.co
La esperanza del gobierno de César Gaviria por atrapar los grandes del narcotráfico crece cada día y ahora van por el Cartel de Cali, pero logran un acuerdo con ellos y estos se entregan a las autoridades recibiendo beneficios en el pago de sus condenas y comodidades en sus celdas. Los hermanos Orejuela, deciden terminar su negocio y quedarse con el dinero conseguido en los años de negocio de drogas y se reúnen con un cartel que surgía por esos años, el Cartel del Norte del Valle; en la reunión los jefes del Cartel de Cali piden a Orlando Henao, Alias “El hombre del overol”, máximo jefe del Cartel del Norte que cese el tráfico de drogas y dejen la guerra pero la idea no era muy favorable para quienes apenas comenzaban en el negocio porque aún no tenían el poder dinero que aspiraban. Así se creó otra guerra.

La guerra cazada entre estos dos carteles dejó una gran cantidad de muertos, entre ellos los familiares de los integrantes de ambos grupos, sus escoltas, sus contadores, y quienes trabajaban para ellos. Para estos días, el grupo que lideraba Fidel Castaño Gil tuvo sus diferencias entre los mismos hermanos porque para el menor de ellos, Carlos Castaño, trabajar con drogas para financiarse era traicionar sus ideologías y hacer lo mismo que sus enemigos quienes comercializan cocaína para sobrevivir en la lucha; fue una de esas diferencias las que llevaron a Carlos a ordenar la muerte de Fidel el 6 de enero de 1994 para  convertirse en el máximo líder de lo que se llamaría ahora AUC (Autodefensas Unidas de Colombia).

Foto: semana.com
El narcotráfico permeó el mayor escándalo político en la historia de Colombia un día después de la posesión Ernesto Samper como presidente de Colombia el 8 de agosto de 1994 cuando se revelaron los narcocasetes que dejaron ver a la luz pública conversaciones de los Hermanos Orejuela y personas que coordinaban la campaña Samper Presidente. Con este hecho se produjo el conocido Proceso 8.000 que llevó a Samper a defenderse más que a gobernar en su periodo como máximo mandatario de Colombia.

Así, ha habido muchos escándalos en la política que ponen en duda a los personajes que nos gobiernan por sus posibles relaciones con estos personajes; pasó con Álvaro Uribe cuando llegó a la Presidencia en 2002 supuestamente financiado por dinero de Diego Fernando Murillo Bejarano “Alias Don Berna”, quien Salió en una entrevista haciendo acusaciones contra el expresidente que además es acusado de colaborar con el paramilitarismo pero no se le ha acusado nada judicialmente.


Es una guerra entre política, carteles, grupos guerrilleros y grupos paramilitares; unos negocian, otros se declaran la guerra y otros simplemente no hacen nada pero siguen en su negocio, un negocio que deja múltiples consecuencias y mucho por contar e investigar.

viernes, 15 de mayo de 2015

Ensayo sobre ética del Periodismo, censura y responsabilidad social del periodista

Para tomar posición frente a tantos hechos que involucran sentimientos, emociones e interés en el público, el periodista debe plantearse de primera una iniciativa por conocer los antecedentes, las causas de los hechos y como subraya el periodista Juan Gonzalo Betancur, no desconocer la historia para no caer en esa trampa con que enfrenta día a día el periodista como líder de opinión, crítico o simplemente como informador.

Foto: clasesdeperiodismo.com
En Colombia hay varios temas que ponen en riesgo la imagen del periodista como mediador y como divulgador de los hechos que afectan a la sociedad; el periodismo de hoy en Colombia vive un momento histórico determinante con el Proceso de Paz que se adelanta hace ya casi tres años entre el Gobierno y las FARC. Ante ello, se han producido muchas controversias generando diferencias entre quienes opinan y dan sus puntos de vista sobre el tema y más aún, los partidos políticos han desarmado su estructura debido a los desacuerdos entre quienes los integran, todo ello por estar o no en acuerdo con el Proceso y sus implicaciones.

Entender el contexto en el que se desarrolla el hecho es una clave fundamental para tomar postura y para dar un punto de vista sobre el tema; es tan simple como conocer que una zona como el Urabá ha sido víctima por muchos años del paramilitarismo y que si algo se dice con algún término que simpatice con estos grupos armados ilegales o que si por el contrario el periodista toma una postura denunciante frente a la situación, puede convertirse en objetivo para ser silenciado por sus publicaciones o intervenciones.

Claro está que si el periodista ha dejado de ser atrevido al divulgar la noticia o a dar sus puntos de vista que implique a muchos personajes, grupos o incluso a partidos políticos, se debe a la poca protección que ha brindado el Estado para que los periodistas tengan una mayor libertad de dar a conocer lo que sucede en la sociedad, lo que nos afecta y las consecuencias que vendrían si no se hace algo por evitar varias falencias que sufre el país.

Para hablar de Proceso de Paz en Colombia, el periodista debe ante todo investigar la historia del país frente a hechos semejantes hace varios años. Un periodista no debe desconocer por ejemplo que en Colombia se dio un Tratado de Amnistía bajo el mandato de Belisario Betancur quien propuso participación política a los mismos miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia con un partido político denominado Unión patriótica, quienes fueron incluso víctimas de la misma violencia, al ser exterminados más de 3.000 integrantes de estos por los grupos antisubversivos liderados por los hermanos Castaño y los grupos paramilitares.

Tomando como base ese pequeño contexto, es ahí donde el periodista no debe ni puede perderse frente a lo que abarca la historia, porque si desconoce y no capitaliza estos antecedentes no podrá tener el poder de mediar, intervenir y dar su opinión sobre los hechos que implican no solo una noticia sino un acontecimiento de interés general y personal en los habitantes colombianos.

Foto: semana.com 
Cuando hablo de las FARC como víctimas no estoy tomando posición para defender al grupo guerrillero, con ello quiero resaltar que en el exterminio de la UP hace unas décadas cayeron muchos líderes políticos y personas inocentes en varios hechos macabros que tampoco deben ser desconocidos para el periodista colombiano y que precisamente para conocerlos tiene como obligación ética poseer un punto de equilibrio para saber referirse a guerrillas, paramilitarismo, Estado, Fuerzas Armadas y demás.

En Colombia hay varios personajes que generan polémica por sus opiniones, puntos de vista y críticas sobre lo que se está negociando en La Habana entre el Gobierno Santos y las FARC. Un ejemplo claro es como militantes del Centro Democrático liderado por el expresidente Álvaro Uribe han tomado posición y en sus intervenciones frente a los medios se sirven de frases que quieren satanizar y de alguna forma sabotear el Proceso; es aquí donde el papel de ética profesional vuelve a poner en juego la labor del periodista quien debe medir el lenguaje, y no convertirse en idiota útil como lo resalta el autor del texto “Las Siete Trampas del Periodismo”. (Ver texto Las Siete Trampas del Periodismo http://bit.ly/1RmrSZR

El periodismo colombiano tiene aún muchos vacíos que no se solucionan con simpleza, por decir uno y de hecho, de los más graves, se encuentra en la poca capacitación que tienen los periodistas para afrontar un tema, la poca experiencia en temas de tanta importancia para el contexto, y lo más grave, es que el periodismo se ha convertido en un medio donde muchos personajes ejercen su labor sin haber ido a una academia de periodismo y sin formarse como profesionales para desempeñar su labor o también porque simplemente el medio para el que trabajan no tiene los recursos para pagar por alguien más especializado y cualquier persona es apta para cubrir temas de los cuales nunca ha tenido conocimiento.

Foto: distintaslatitudes.net
Ahora bien, el periodista actual está llamado a convivir en un periodismo nuevo, en caso de darse un acuerdo entre el grupo guerrillero FARC y el Gobierno Nacional. Ello traerá consigo lo que se ha denominado el “Postconflicto” que va a implicar una adaptación a un cambio social, político y cultural; el periodista va a ser un personaje determinante porque su papel va a convertirse más que un informador, líder de opinión y crítico de los hechos en un mediador y conciliador entre quienes han visto el Proceso como un medio para el cambio social en Colombia y entre quienes no estás de acuerdo y afirman que el Proceso es el medio para darle participación a la delincuencia en la política nacional.

Esa es y será la tarea en los próximos días para el periodista colombiano, capacitarse, conocer los hechos, implicaciones y manejar con discreción su lenguaje y lo más importante mantener un punto de equilibrio para no caer en la trampa de convertirse en un idiota útil y servir de manera acorde como informador y mediador de la sociedad que nos rodea, Colombia.